08 junio, 2022

FELIZ CUMPLE

 


"Feliz cumple",

se dice habitual y tan livianamente.

Como si el  feliz, fuese algo así tan fácil,

y que va de suyo.

Sin embargo las fechas importantes de nuestra vida,

en algunos momentos,

se vuelven, cada vez, instancias de referencia.

Donde uno inevitablemente recuerda,

compara,

supone.

Y duela pérdidas,

 de lo que fue,

de lo que ya no es,

y de lo que queda.

 

Hay

 Hay cosas que no te salieron como las soñaste

Hay cosa que la vida deja ir en vida.

Hay renuncias que nunca dejan de doler

Y aceptaciones que nunca llegan a convencer.

Hay lugares de donde me fui, sin querer irme

Y destinos inesperados de los que no me quise ir


Imposible

 

Quiero reír y que la carcajada me desborde la boca,

Caminar y no imaginar tu paso a mi lado,

Ni tu mano agarrando la mía,

Quiero ver el sol brillar y sentir que todo puede cambiar

Quisiera recortar el tiempo como se corta un trozo de tela

Y cocer allá y acá uniendo ese agujero

Este vacío que siento desde que no estás conmigo

Poder aceptarlo calmaría esta pena que siento

Pero aceptar tu cobardía me es irremediablemente 

Imposible.



Al Amor

 

Creo que no he sido capaz de amar,

que no aguanté el amor.

No me resigné al amor precario,

Al amor a cuenta gotas,

Al amor no correspondido,

Al amor destratado,

Al amor mudo,

Al amor egoísta.

Creo que extraño al amor

Y sé, que con el tiempo, me aburrirá el amor,

El amor de los domingos,

El amor de la rutina,

El amor adivinado,

El amor solitario,

El amor envejecido.

En este preciso instante,

no encuentro al amor,

no entiendo al amor,

No tengo un amor,

No me acuerdo del amor,

No me desvela el amor.

Y sin embargo

Anhelo el amor.

Cocido tu recuerdo

 

Odio que mi mejor ropa tenga cocido tu recuerdo,

que te hagas presente frente a semejante ausencia.

Es que acaso no entiende el corazón lo que tan claro puede la razón?

Terca, hurgo en mis recuerdos y en mis fotos y te recreo y te reinvento en mis sueños.

Te pienso en cada canción y estás conmigo en cada película que veo,

En cada beso que me inspira un suspiro.

Cuanto tiempo va a permanecer, tatuada en mi soledad, tu imagen?.

Es el recuerdo del amor, de haber amado, con tanta ilusión.

Daria vuelta los años

para decirme al oído

que mañana ya es hoy

y que acá estás 

durmiendo en mis recuerdos, en mis notas, y en mi soledad.

La Carta

 

Abrió el sobre y tomó la carta con paciencia. Las rodillas se movían inquietas sacudiendo en ese instante los meses que hacía que la esperaba. Le temblaban las manos, ese papel que ahora tenía frente a sí, guardaba silenciosamente su suerte. Disfrutaba el solo hecho de haberla recibido, ignorando aún sus noticias. Se quedó quieto, sosteniendo la hoja, que aún no era más que signos dispersos y que ya habían despertado a su cuerpo entero. Le latía fuerte el corazón, le temblaban las manos y sudaba.  El pelo despeinado le hacía una cosquilla incómoda en la frente, los pies buscaban no perder el apoyo.

No podía soportar la idea de una nueva desilusión. Se aferraba a todas sus noches de insomnio proclamando su inocencia y como si su sentimiento de entrega bastara para ser correspondido. La apretó entre sus manos y la recordó, cerró los ojos y creyó oír su voz, le pareció sentir su perfume y sus silencios. Entonces pensó que quizá era mejor no leerla. Atesorar así la duda y seguir latiendo su fantasía. Dar el paso significaba estar dispuesto a morir. A perderlo todo, a resignarse. Y no estaba seguro de poder enterrarla. De saltar a otra vida sin la suya. Se resistía a la idea del rechazo, por más vida y lluvias que hubieran pasado desde aquella última vez en que se despidieron, jurando que sería hasta pronto. Y era ahora. Estaban, entre sus dedos transpirados, lo que sería su destino, los próximos días y las próximas noches, sin saber hasta cuándo.

Entonces imaginó que no la leería. Y ser el dueño de su destino, de su solitaria verdad. Podría, cobardemente, seguir soñando su sueño.

Prendió un cigarrillo con el  encendedor, que peleo la llama, entre la piedra y el agua de la piel sudada. Lo fumó con la intensidad de un  suspiro hacia adentro. Exhaló el humo conteniendo una parte en sus pulmones tapados. Se sentó en el sillón verde. La brasa del cigarrillo nervioso cayó sobre la hoja. Todo se volvió negro, todo se transformó en ceniza, y de pronto sus manos ya no sostenían más que el vacío, trozos de palabras no leídas, silenciadas. Se respiraba en el aire quemado, desconcierto.

Y su suerte que ahora era la de siempre, la misma de aquel instante previo en que pensó que podía morir, se instalaba con la certeza de estar vivo. Y se alegró por ello. Se quedó delante del televisor negro con su corazón encendido, latiendo y con la mirada perdida contemplando el vacío.

Todavía

Todavia sos jóven, me dicen.

Hasta que edad, se es jóven, me pregunto.

Y el todavía le agrega una esperanza a esta longeva soledad.

Hay una edad para ser jóven?

Que se supone que pasa en los confines de la NO juventud

Sucede antes o despues de perder la juvenud?

Se pierde?

Y cuantas cosas mas se van y ya no vuelven?


Calma

Como si los años hubieran llegado de golpe, trayendo la calma y la estabilidad de quien disfruta los días sin saber cuantos quedan. 

Reina la templanza y la calidez de la pausa. 

Se detuvo el tiempo en el presente, sin proponermelo, sin esfuerzos, simplemente se instaló. 

Y me abrazo a cada día, a cada instante del día, mientras hago lo mismo de siempre.

Y voy andando, entregada plenamente a lo cotidiano.

Alegremente se asoman, por la ventanilla del auto, detenido en el semáforo, 

esas violetas de los alpes que me recuerdan que se acerca el invierno. 

Que hermosas son. Nunca me duraron más que unas semanas. 

Y las dejo ir atrás mientras avanzo.  

Que lindo andar tiene mi auto, pienso, cuánto más liviano se vá y se viene. 

Y bajo el volumen de la radio, para contarles, que conozco muy bien esa canción y que esperen que después les cuento que la quiero escuchar, 

y la canto con la música por encima de mi voz. 

Y esta noche cociné entraña a la plancha y les di de probar un trozo de mi infancia.

El recuerdo de mi abuelo y su parrilla, con la complicidad de la sal, 

que bien sabe, elevar su sabor. 

Así, bien caliente y desde la plancha, salpicada de sal, 

el tenedor sostuvo el bocado que puse en su boca, 

igual que mi abuelo lo hacía conmigo.

Igual que mi abuela y sus ñoquis.

Igual que las violetas de los alpes. 

Una repetición infinita que el paso del tiempo permite que cada vez sea único y original. 

Hilo rojo


Todo se iluminó de rojo, hasta el hilo imperceptible que nos une.

Ese mismo que por momentos se vuelve invisible o desaparece, se esconde. 

En las escalinatas del estadio, tu presencia y la mía se tensaban, 

se volvía perceptible el hilo que nos une más allá del tiempo, 

 burlándose de los años, detenido en  el pasado, desafiando al presente. 

Podía verte en el minúsculo espacio que quedaba libre entre la gente.

 Entre el ángulo del brazo y la cintura de quien nos separaba por un escalón. 

Me hablé a mi misma todo el tiempo, intentando imponer la certeza absurda de que no te importo. 

Que ya soy un mal recuerdo, un lugar al que no queres volver. 

Y peleaban dentro mío lo que te supongo y de lo que, terca, quisiera convencerte. 

 Insistía en frases autodirigidas  "no quiere, no te quiere, ya se fue, sos pasado".

Y sonaba en el escenario tu voz recitandome palabras de amor.  

Quizá te acuerdes  de nuestros recuerdos, pero no quieras acordarte 

y seguro entonces, estaras mirando la guitarra del cantante, los acordes, los arreglos.

 Todo teñido de rojo. 

Rojo sangre, rojo de amor, rojo divino, rojo que se hizo blanco y silencio,

 que se trasformo en bullicio de la muchedumbre dejando el estadio. 

Yéndose a casa, volviendo al refugio. 

Blanco invisible que desvanecio el hilo tan pronto y tan eterno como tu indiferencia ambigua.

 Blanco y Frío.


Te vas.


Me voy.