13 marzo, 2021

Mal trago

 A medida que me acerco la noche entra por las puertas y se mete adentro, por las ventanillas, por el vidrio delantero, el silencio nos invade. Todo es negro como la oscuridad de afuera, falta poco para llegar, y no queda otra más que aceptar el sabor amargo, tragarlo de una vez y que pase, pero como si fuera veneno me resisto, aunque sostengo firme el volante, manteniendo las 4 ruedas en la misma dirección, obligada sin opción. Debo llegar. Y siento sus corazones latiendo igual al mio, cada vez más lento. Se van apagando los tres, los tres tragamos, y miramos hacia delante nuestra propia guillotina, sin poder hacer nada, aunque nunca dejamos de pensar opciones. Las decimos ilusionados pero en el fondo todos sabemos que fracasarán. Que ninguna de todas esas ideas nos salvarán del castigo al que ignoramos porque estamos sometidos, de esa penitencia en que se ha convertido nuestra rutina. Sabemos que nuestras voces quedarán silenciadas, que no hay chances de engañar al destino. Pero siempre lo intentamos. Siempre tragamos y nos vamos enfermando por dentro. Cabizbajos caminamos y la guillotina nos está mirando. Nos están viendo todos esos ojos que perdieron ya su mirada, que dejaron de ver. Los vemos. Y sentimos complicidad. Nos vemos. Y sentimos pena por el verdugo que está implacablemente listo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario